Los mayas constituyen uno de esos pueblos que construyo su cultura y su existencia dentro de marcos históricos, geográficos, geológicos, climáticos y sociales muy particulares; lo que les permitió sistematizar una vida basada en fundamentos espirituales y religiosos, a la vez científicos. Desde el nacimiento hasta la muerte; desde la creación hasta el fin de los tiempos; desde lo más grande inmensamente hasta las criaturas invisibles, todo está inmerso dentro de un plan divino y humano que controla todo. En una visión metafórica, la evolución de la existencia humana se explica en forma cíclica en el tiempo y en el espacio; desde la creación del mundo en lo remoto y en regiones en donde reinaba la oscuridad en el ombligo del espacio infinito, aquel ser eterno y todopoderoso hizo brotar la existencia en sus manos, la que fue esparcida por toda la extensión del universo en forma de polvareda, dando así existencia a los infinitos mundos. / Nuestra tierra fue una de esas partículas que heredo la vida y la existencia. Pero todas las cosas, debido a esa ley universal de nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte, sufren el proceso de transformación. / El presente trabajo, frente a la proximidad del Trece B'aktun, y dentro de esa visión heredada de los ancestros mayas, nos invita a hacer un alto en el camino para revisar los aportes del humano en la conducción de la nave tierra, y nos preguntamos, ¿tendrá vida la tierra por siempre?, ¿Qué será del género humano cuando esta nave se extinga y se apaguen sus energías como todo ser vivo? Solamente el ser humano en su conjunto tiene la respuesta.