Las leyendas suelen definirse como relatos “que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”. Éstas, las de Guatemala, escritas por Miguel Ángel Asturias hace ya casi cien años, ¿qué son?
Una primera y deslumbrante irrupción al universo de mito, poesía, contraposición y espejo que sería luego la literatura del Nobel guatemalteco.
Un texto que suprime la separación entre lo real y lo aparente desde la dedicatoria: “A mi madre, que me contaba cuentos”; y en el cual, con sutileza, Asturias nos abre la puerta a este mundo donde todo puede cambiar sin que nada cambie en esencia. Con personajes que cumplen roles extraños a los acostumbrados en el imaginario popular, pero aun así, continúan siendo ellos mismos. Que nos permite ser guerreros precolombinos un día, otro religiosos en tentación y el siguiente guacamayos de mil colores.
Pero, sobre todo, unas leyendas en las que Miguel Ángel Asturias a través del surrealismo, la poesía y los decires de viejos con güegüecho, nos muestra el corazón de esta tierra de ruinas enterradas, heridas abiertas y mitos entrecruzados.
Si se leen despacio y con cuidado, pueden descubrirse aquí muchas de las claves para entender la Guatemala de hoy.
Javier Mosquera Saravia.