Los relatos de Yo tranquilo venía son el resultado de una imaginación desbordante y desvergonzada. En este libro, las fronteras entre tragedia y comedia se diluyen, y la risa que nos provocan sus páginas no aligera la carga: más bien la desnuda.
Aquí, las fantasías más delirantes conviven con el tedio y la resignación de una clase media acostumbrada a digerir sus frustraciones con hot dogs de gasolinera, sopas instantáneas o licuados de banano y Choco Krispis. En un mundo donde las vacaciones a Miami se pagan en cuotas, las parejas se desahogan en moteles que huelen a desinfectante barato, o en el que es incluso posible renunciar definitivamente a la realidad aceptando la invitación de un videojuego inmersivo, los personajes se deslizan hacia situaciones cada vez más absurdas, más cómicas, más trágicas.
Y eso que llamamos cultura popular —películas, canciones, infomerciales, jingles, cómics, memes, juegos de video— nos ofrece el ruido anestésico que necesitamos para transitar el camino de la derrota. Con una inteligencia al mismo tiempo empática y corrosiva, Danilo Lara ha escrito un libro a mitad de camino entre la alucinación y el desasosiego. Las carcajadas incómodas, casi enfermizas, que nos provoquen estos cuentos deformarán no solo nuestras propias caras, sino también la realidad.
Arnoldo Gálvez Suárez