Son veinte cuentos agudos en una antología de seis libros, que se caracterizan por su humor irónico y asfixiante y una galería de pequeños seres urbanos, débiles con vidas amargas y grises. Víctor Muñoz cuestiona, desde la contradicción humana, a la clase media urbana de la ciudad de Guatemala. Pero para los retratados en sus relatos, el sentimiento nacional de inferioridad y el placer de pasar inadvertido es evidente. Sus cuentos van más allá del cuadro de costumbres, retrata también las frustraciones y los sueños de seres desdibujados por la cotidianidad. La Guatemala de Víctor Muñoz camina por oscuros laberintos, es una Guatemala que cambió los ideales por el absurdo. La gente de sus narraciones a la vez que desconfía cree en cualquier cosa. No dibuja nuestra tragedia, sino que el humor y la compasión lo salvan de caer en el patetismo. Los dramas cotidianos, la torpeza, por nuestras ilusiones perdidas y el absurdo es solo la otra cara de la esperanza hecha pedazos.
Los primeros relatos de Muñoz aparecen en las páginas literarias del desaparecido diario El Imparcial. Algunos forman parte de sus dos primeros libros publicados: Atelor, su mamá y sus desgracias personales (1978) y Yo lo que quiero es que se detenga el tren (1983). A estos le sigue Instructivo breve para matar al perro (1985). Luego viene Serie de relatos entre los que se encuentra el famoso relato breve..., en que el absurdo cotidiano es central. En Posdata: ya no regreso, se sumerge en la angustia existencial de las pequeñas tragedias.