Guatemala vive un momento de cambios políticos en primera plana. Se ha dicho hasta el cansancio que hace falta depurar las instituciones e impulsar reformas diversas. Es lo que ocurre desde los días extraordinarios que vieron la luz en abril de 2015. De entonces a la fecha vivimos con sobresaltos. Sectores sociales y políticos demandan Recuperar la política o perder el país. Se tiene conciencia del deterioro que las últimas administraciones provocaron en las instituciones.
Hay procesos de depuración del Congreso, algunos empresarios ven que se achica su margen de impunidad. Hay un esfuerzo importante para introducir reformas en el sistema de justicia. La lucha en contra de la corrupción y la impunidad de la mano del Ministerio Publico y la CICIG son el pan nuestro de cada día.
Por razones de trabajo acompañé el proceso de reformas desde el Congreso de la República y asistí como observador-actor de primera línea el proceso por introducir prácticas transparentes y de apertura en el Organismo Legislativo, así como impulsar reformas engavetadas por años. De ahí el acento puesto en Recuperar la política o perder el país.
Vivimos un proceso de cambios abierto. Puede conocer muchos avances o estancarse como lo demuestra la oposición férrea a los cambios, a las reformas, de parte de sectores políticos o empresariales. De la presión social depende el futuro, la dinámica de cambios y la democracia guatemalteca.