Con maestría, Francisco Pérez de Antón condensa los sucesos que hicieron de la independencia de Guatemala un proceso casi sin par en el continente.
Lejos de la interpretación de que se trató de una «acción de mercaderes sin ideales ni patriotismo», el autor muestra de qué manera el Acta de Independencia fue una invitación a «una transición política desde el absolutismo borbónico a la democracia representativa» inspirada ya en los ideales liberales que rigen el mundo de hoy.
En el año del Bicentenario, el lector apreciará este oportuno ensayo, cuya brevedad no compromete los matices del evento político que funda la nación que es hoy Guatemala.
«Plagada de contradicciones, lealtades encontradas, confusión y cruentos combates, la desgarradura de las Independencias fue terrible. Mas, por encima de aquella despiadada carnicería, se habría de dar un caso insólito en el cual la Independencia se hará sin derramamiento de sangre. No hubo “guerra a muerte”, ni batallas feroces, ni ejecuciones de prisioneros, ni lanzas coloradas. Y ese caso fue el de Centroamérica. Un territorio del tamaño de España, desguarnecido y desolado, de dilatados espacios vacíos e infinitas soledades, vías de comunicación primitivas y poco más de un millón de habitantes.»