En ESCRITOS SOBRE OLIVOS, la poesía perseguida por Francisco, se detuvo. En ese instante fue
suya para siempre.
Estos poemas anuncian el lenguaje que MORALES SANTOS conducirá después —en TENEBRARIO—
hacia culminaciones y logros en los que, cada vez más dóciles, las palabras se cargarán de símbolos
y de significados que hay que desmenuzar…
Palabras con raíces y tumores y ramas dactilares.
Los poemas de ESCRITOS SOBRE OLIVOS tienen tal vez, los ecos, el sabor de tierra de aquel PERITO
EN LUNAS a quien están devotamente dedicados.
Ser hijo de MIGUEL HERNÁNDEZ —serlo dignamente— no le resta mérito a Francisco. ¡No
cualquiera es hijo suyo!
Saludo al buen poeta —bueno porque lo dicen sus versos—. Sé que lo estoy elogiando. ¡Lo
merece!
LUIS ALFREDO ARANGO