Desde chicos escribimos un cuento, el propio, y lo hacemos para saber qué pensamos, qué sentimos y de qué manera actuamos, qué nos gusta y qué no, cuáles son nuestros valores y sueños? Esta historia nos enseña quiénes somos, esa manera de ser en la que nos reconocemos con facilidad (yo), y cómo es el mundo (realidad). Pero ambas lecturas no son más que ficciones, un texto que la mente escribió en un momento y un contexto particular y que luego ya no revisará.