“Mamá, no estoy muerta” es un libro que no solo se revela como un texto testimonial, sino también como uno de denuncia, de reencuentro y de posibilidad. Es una historia que provoca y convoca a la acción; un abrazo profundo a los linajes del amor y de la sangre; un reconocimiento real a quienes han atravesado mares agitados y aún buscan sus raíces. Lo escrito aquí es un acto de resurrección, pero también una clara invitación a transitar por los caminos de la sanación y la justicia.
Libro autobiográfico que no solo se revela como un texto testimonial, sino también como uno de denuncia, de reencuentro y de posibilidad. Mariela-Coline nos invita a acompañarla en su viaje de autodescubrimiento, al mismo tiempo que provoca y convoca a la acción. La autora nos sumerge en la historia no solo suya sino de muchos otros niños que, como ella, fueron arrancados de su hogar para ser vendidos en la forma de una adopción. A lo largo de su investigación logra hacer las paces con su pasado, lo que le permite dar el paso de crear la Fundación "Racines Perdues-Raíces Perdidas" cuyo propósito es dar el último grito de justicia que ayudará a otros a reencontrarse con sus raíces. "Prefiero morir de pie y denunciando, que arrodillada y callada", dice Mariela-Coline en referencia a su lucha.
La obra nos permite asomarnos también a los aspectos psicológicos de las adopciones irregulares, tales como las disociaciones que vivieron en su primera infancia muchas de las personas adoptadas, así como a la indecible emoción de los reencuentros y a la búsqueda de la identidad que les sigue.
"En cada paso que avanza dentro de su propia historia, una nueva puerta se abre lentamente y un gozne mal aceitado chilla dentro del relato, mientras conocidos nombres de tratantes y traficantes van asomándose entre las páginas, las casas abandonadas, los álbumes y los reencuentros familiares, las prisiones y los caminos redescubiertos, develando complicidades entre quienes ya han muerto sin enfrentar la justicia, y quienes siguen vivos y caminando entre nosotros, sin que nadie los toque" (Carolina Escobar Sarti).