Huérfano a los doce años, Eduardo González Rivera lustraba zapatos en el parque Concordia para sobrevivir. Su feroz independencia y una habilidad singular para los negocios impulsaron a Tigre Manso en una de las trayectorias empresariales más sorprendentes de la historia de este país.
Su hijo, Eduardo González Castillo (Guayo) comienza a contar su propia vida con el indispensable relato originario de su padre y la fundación de Bancafe, un banco nacido de la voluntad de revolucionar una industria.
Pero la historia en la que el lector está a punto de sumergirse es mucho más que la de un padre y su hijo. Estamos ante una saga familiar contada por un individuo de optimismo inclaudicable, con una pasión ferviente por transformar a su país, amable componedor, convencido de que la adversidad obliga a la renovación del compromiso con la vida y con el prójimo.
Ministro de Economía de Ramiro de León Carpio, Secretario Ejecutivo de Oscar Berger y fundador del partido Gana, Guayo González estuvo en el epicentro de la política guatemalteca de finales del siglo XX y principios del XXI. Por un lado, Guayo promovía la celebración de las que habrían sido las primeras (y únicas) elecciones primarias de un partido en la historia de Guatemala, y se aprestaba a participar en ellas como contendiente de peso.
De forma trágicamente simultánea, se iban apretando (en un país en el que «los poderosos están cabales») las tuercas que terminaron con la suspensión del tercer banco más grande del país, un evento cataclísmico que cambió el rumbo del país en muchos sentidos.
