Antigua Guatemala tiene como telón de fondo de su vasto escenario, a los volcanes de Agua y de Fuego; por su amplio valle discurren las aguas del río Pensativo. Se trata de todo un bello escenario natural, que estaba destinado a acoger a una ciudad agradable, llena de evocaciones, místicas y profanas, pero a la vez cargada de una larga e interesante historia.
Cuando el viajero recorre hoy sus empedradas calles, siente en ella un no sé qué de suspenso y de magia, quizás porque los tiempos se han detenido en ella, por que el visitante vive y percibe encontrarse de regreso al pasado, por virtud de quién sabe qué ignoto mecanismo.
En ella permanece vivo hasta hoy el mensaje de quienes contribuyeron a levantarla y vivieron en ella. El pensamiento y la cultura que modeló al siglo XVIII hispánico y cristiano de la ciudad, está allí presente; es por ello que el peregrino en ella llega a vivir a plenitud ese pasado.