El asesinato del obispo Juan Gerardi estremeció a Guatemala en la madrugada del 27 de abril de 1998 y casi inmediatamente partió al país en dos. Por un lado, estaban aquellos que lo consideraron un crimen político, ligado a la presentación dos días antes del informe Guatemala: nunca más, y por el otro, aquellos que preferían verlo como un sórdido hecho de violencia común.
A partir de la investigación y el juicio que siguieron al asesinato, se han escrito varios libros que defienden una u otra versión del crimen. Sin importar el rigor de estas obras, o incluso si las han leído o no, muchos guatemaltecos tienen ya una opinión al respecto de este asesinato; una opinión, a menudo moldeada por sus preferencias políticas.
El libro que ha escrito Julie López, una de las periodistas que cubrió el caso desde el primer momento, no pretende persuadir al lector de la certeza o el error de sus convicciones. La minuciosa tarea de López en esta obra consiste en examinar las diferentes hipótesis, señalando los cabos sueltos de cada una, así como sus fortalezas.
A lo largo del texto, también salen a luz detalles inéditos de la investigación y el testimonio de varios personajes quienes a pesar de su relevancia para explicar los hechos, nunca fueron llamados a declarar como testigos.
El lector legítimamente interesado en aproximarse a los hechos constatables no encontrará en este texto una respuesta contundente al estilo de la novela policial. Lo que hará Julie López es llevarlo de la mano a través de esa sociedad guatemalteca donde las capas sociales, los círculos de poder, las autoridades y las mafias, lo sagrado y lo profano, se mezclan bajo la superficie en una telaraña donde la verdad no queda atrapada como un insecto que podemos diseccionar, sino que se torna más elusiva y compleja de lo que nos gustaría creer.
Dina Fernández