Tradicionalmente los belgas han sido considerados como reacios al colonialismo reacios y, al mismo tiempo, están inextricablemente unidos a la historia de un régimen colonial inusualmente brutal en el Congo. Antes de su establecimiento en África, los belgas intentaron fundar colonias en varias regiones y países. Uno de esos proyectos fue en Guatemala, en Santo Tomás, en la costa Atlántica del país, y esa es la historia que cuenta este libro.
Las dos colonias, la africana y la guatemalteca, se fundaron con las expectativas de fomentar el comercio y la ganancia económica. Esos motivos eran los más importantes. Pero el prestigio y el orgullo nacional también tenían un papel. Ambos proyectos estaban envueltos en una retórica humanista. Los colonizadores belgas llevarían la ilustración a un país dominado por la oscuridad espiritual y cultural. En Guatemala, esa opinión fue compartida en gran medida por la élite local. Este no fue el caso en el Congo, pero inicialmente los jefes locales se abrieron al comercio que pensaron que beneficiaría a ambas partes, tanto congoleñas como belgas. No fue así.
Pocas personas conocen esta historia. La colonia belga existió durante poco tiempo y dejó pocos rastros. Esta es una historia sobre el fraude y la creencia en el dinero fácil. Enfrentamos enfermedades mortales, ignorancia y abuso de poder. Pero la historia también tiene ejemplos de compasión y valentía.