- Editorial:
- EDICIONES FENIX
- Materia:
- Poesía hispanoamericana
- ISBN:
- 978-91-979434-1-3
EL MUNDO NO ES SUFICIENTE
MARTÍNEZ, CAROLINA
a disponibilidad
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A ESA ESTACIÓN
A esa estación de la vida
de luces neón,
de comida rápida,
de amores igual de rápidos
de hedor a descuido del alma.
Carolina Martínez, El mundo no es suficiente
Quisiera no sentirme tan extrañamente viejo y no llevar en la conciencia las palabras de otros, pero sucede que estoy sentado en la sala de mi casa, con algunos lapiceros y resaltadores, paso la mayor parte de mi tiempo leyendo estrictamente lo adecuado, estructural, mesurado y distante.
Me he perdido los códigos de la nostalgia porque decidí no volver por todo aquello que se fue en el torbellino. Vengo equilibrándome en la sobriedad que me exigió el médico o, mas bien, en la solemne promesa que hice de no morirme demasiado pronto.
Poco antes de volver a Dinamarca, Carolina Martínez me entregó estos poemas que llevan el título de El mundo no es suficiente, un amigo al ver la portada me dijo que le parecía mejor título El mundo es insuficiente, lo que de inmediato me concreta de que hay una diferencia muy grande entra ambas opciones. No es suficiente apela a las personas, Insuficiente a la geografía por la que el mundo tiene esas diferencias evidentes en clima y horarios. Pienso que la poeta optó por el primero porque nos habla de ese extraño tumulto de personas asiladas en la memoria. Los vestigios que van dejando y que solo pueden guardarse en las piedras pulidas a fuerza de lluvia y sol, todo aquello que frecuentamos en los sueños donde se desatan nuestros deseos y corremos hacia éstos como si entráramos al callejón oscuro al que nos juramos evitar para siempre.
Los poemas reunidos no dan detalle de alguna cronología, parecen ir en un zigzag, cubriendo la memoria con la luz de distintos cristales de color, entre lo ámbar y lo plomizo, para detener con exactitud las palabras y dejar que el silencio continúe transformando lo más íntimo que develan:
una espera que se hizo prolongada, la despedida de una mirada triste y ese indescriptible
momento en donde todo que lo creímos seguro se hunde dentro de la arena movediza.
Vivo entre extraños
que a la vez son mis cercanos
porque me brindan su presencia.
Vuelvo a caer, página 55
Carolina decidió hace dos décadas salir de un pequeño país lleno de la soledad de los baches inmensos y los diluvios que provoca la pólvora, para instalarse en Dinamarca y hacer del estudio de la literatura su destino. Su profunda esperanza en la vida se hace tangible en el continuo ejercicio de la escritura, decidió que el castellano sería su brújula dentro de un país en el que tal idioma es una minoría... puede que ese don impreciso que es el de observar una rosa hasta pulverizarse la mirada sea su destino y que le aguarde un camino de poemas que se irán grabando en las generaciones que vienen y que puedan encontrar en sus palabras ese vaso perfectamente elaborado, para que en su vacío pueda derramarse el deseo y la memorias de otros.
En mi caso, me trae el olvido de esta vida acelerada por los adioses tempranos y me devuelve la ternura soleada de aquel primer libro, de aquel primer asombro y de las primeras formas de amor que sentí antes de que mi mano fuera demasiado pesada y tuviera que guardarla en el bolsillo mientras bajaba lentamente la mirada para librarme de las trampas que trae el camino de las palabras y las excesivas páginas que poco a poco se van quedando sin destinatario.
Javier Payeras, Cerrito del Carmen, 25 de julio 2022