Paco Inclán dibuja un mapa desnortado de personajes, historias y territorios hispanohablantes. La embajada norcoreana en México, la zona fronteriza entre Ecuador y Colombia, el Caribe guatemalteco, el pueblo ecuatoguineano de Rebola o la taberna praguense de Roque Dalton son algunos de los escenarios en los que incursiona su personaje, transformándose para cada situación en reportero, cooperante, investigador, misionero, artista, metiche, espía, revolucionario. El resultado es un recorrido —fascinante y disparatado— por la cotidianidad de lo remoto, la relevancia de lo minúsculo, la familiaridad de lo extraño. Por la condición poliédrica del ser humano, al fin y al cabo.