A la vez que recomendamos la lectura de este libro, escrito, casi, diría yo, compulsivamente, por abrir la ventana para reorientar la discusión sobre la Justicia Maya, recordamos lo que el autor dice, que su estudio no es un estudio empírico de las mil formas como la Justicia Maya se está practicando en Guatemala, su proceso, sus trabas en esa práctica diaria y la fuerza que la mueve. Nos parece que la fuerza que la mueve hacia su pleno reconocimiento no estriba tanto en un ansia de progreso como en la llama de dolor que quema por las grandes injusticias sufridas a los largo de 500 años por los pueblos indígenas, en especial en el clímax de la reprensión genocida. La Injusticia Maya, no es un objeto de lucha de poder para que las élites indígenas se sientas que han anotado un gol a las élites racistas tradicionales. También. Pero es para que las personas pobres de los pueblos indígenas, especialmente las mujeres, vivan en dignidad y libertad.
