Actualmente podemos asimilar más información que nunca y estamos preocupados por perfeccionar nuestras habilidades en el nivel profesional: hacemos maestrías, doctorados y nos preparamos para enfrentar los grandes retos del mundo del trabajo. A la vez, paradójicamente, nos estamos volviendo más ignorantes en el terreno de lo emocional, al perder la conexión con nosotros mismos y con nuestras emociones.