La potencia creadora de Valeria Cerezo revela, además de una mirada misericordiosa, el talento, el trabajo inquebrantable, la vocación firme para narrar el mundo de historias que conforman su realidad. La escritora hace del viaje una introspección en cada personaje retratado, con tal maestría, que se aleja de la tentación folclorista o mesiánica en que es fácil caer cuando no se tiene oficio, cuando no hay magia al contar. En el entrecruce de caminos de la realidad poetizada, el lector se adentra en estos relatos con un desafío y la escritora con una convicción: la realidad es inasible, horrorosa, violenta, pero a ella se le va la vida en la búsqueda de hacer más soportable la miseria a partir de la belleza que genera la literatura.