Un bolero lleva tu nombre es una obra que me sedujo por sus cuentos condensados y directos, cortos y rítmicos; por su economía narrativa –que rehúye el relleno inútil– pero a la vez por su riqueza; porque sentí en sus páginas, asimiladas, referencias patricias de la literatura latinoamericana; porque me gustaron mucho las observaciones tan casuales como poderosas que contiene; la exigencia de las frases y su efecto literario; el golpe final de cada cuento pero a la vez su naturaleza trunca, muchas veces sin trama o final, como en una deriva carveriana; aprecié también cómo el autor se apropia de su íntima cotidianidad llevándola a una zona imaginal y literaria; la evidencia en recursos; las maneras y micromaneras narrativas; el equilibrio, la madurez.
Un bolero lleva tu nombre es un libro para la clase de lectores que están esperando cierto conjuro sensible e inteligente. En su claridad, su entrega, su disciplina, su formato, el lector despabilado, de cualquier latitud, encontrará algo muy valioso.