Este trabajo es un ejercicio personal, de la cuarta edad, de reflexión sobre Centroamérica, una crónica de lo sucedido en esta región atormentada y dolorosa, llena de rebeldías y fracasos, con una historia empecinada por hacer menos injusta la sociedad. No lo hemos logrado. También es una incursión para saber más sobre sus clases dominantes y sus expresiones de poder. El torbellino de la guerra civil ha herido a dos generaciones y deja una herencia de la que aún no somos conscientes para aprender y continuar. Y menos para librarnos, como sociedad, de sus perversos efectos.
El primer libro que publiqué, fue escrito cuando la crisis y la violencia revolucionarias estaban gestándose. Cuando creíamos en el socialismo, en clave cubana, con más fervor que certezas. Ahora se publica este trabajo, cuatro décadas después, en que se ha vivido un terremoto histórico, teórico, personal: el socialismo se hundió en lo profundo por sus debilidades y virtudes; el marxismo debilitado en sus extraordinarios méritos teóricos busca sin encontrar aún las nuevas condiciones de su modernidad; la revolución centroamericana fue derrotada por su inherente imposibilidad histórica. De esa imposibilidad nunca percibida habla este trabajo. La revolución en Centroamérica era necesaria con la misma fuerza por la cual era inviable. Así, fuimos doblemente derrotados.
Por la fuerza de arraigadas convicciones ideológicas es difícil la actitud neutral frente a los hechos aquí estudiados. Las ciencias sociales exigen objetividad como garantía de su capacidad explicativa; la verdad es una relación íntima entre el sujeto y la realidad, un precipitado histórico que califica una relación de conocimiento y que produce una verdad personal. La conclusión es que la verdad histórica que aquí se presenta, constituye una interpretación particular de datos, documentos, testimonios. Casi un libro sobre libros. No fui actor ni testigo, sino espectador activo pero lejano, de ahí que mi empeño sea conocer, comprender e interpretar.
Dicho más simplemente, entender lo que sucedió. (Edelberto Torres-Rivas)