MIS SUEÑOS Y SUS INSOMNIOS

MIS SUEÑOS Y SUS INSOMNIOS (Libro en papel)

MI SUEÑO AMERICANO

Q. 175
IVA incluido
Disponibilidad inmediata
Editorial:
IBUKKU
Año de edición:
Materia
Humanidades y Ciencias Sociales
ISBN:
978-1-68574-147-1
Páginas:
300
Q. 175
IVA incluido
Disponibilidad inmediata

A mi abuela Nila Con dedicación especial a la señora más grande de mi familia, no por los 102 años de vida que Dios le dio, sino por las bendiciones que recibió por parte de toda la gente humilde a quien ella sirvió como partera o comadrona en diferentes rincones del pueblo, y en ncas, aldeas y caserillos. A quienes en más de una oportunidad ella perdonó el pago de dos quetzales por el nacimiento de un niño en hogares donde la gente no tenía ni para comprar una libra de frijol para el almuerzo del día. Mamá Nila, siempre he vivido muy agradecido de usted por haber trabajado incansablemente para que mi padre tuviera un lugar donde construir su casita de madera, la que me dio la oportunidad de vivir en familia con mi mamá y mis demás hermanos. Un lugar donde todos nosotros crecimos en familia y yo siendo un niño no distinguía quiénes eran mis hermanos o mis primos, a todos los quería por igual. La casa donde a los pocos que vamos quedando, nos gustaría tener oportunidad de reunirnos para mantener vivo su recuerdo y el de los demás que estuvimos ahí, y en la que en más de una ocasión nos sentamos en el suelo alrededor del apaste lleno de tamales calientes que usted preparaba para que celebráramos la Navidad o el Año Nuevo. Cómo renunciar al recuerdo de aquel palo de mangos, el de naranjas, limones y mandarinas plantados en aquel pedacito de tierra, donde nos subíamos para escondernos por mal portados y usted nos bajaba a pedradas. Al recuerdo de aquel caballito de palo fabricado por mi abuelo, al montón de jarros viejos pegados al cerco de la casa, al desgastado tamborillo y su mazo en el cual el que estuviera de turno le quitaba el cascabillo al café. ¿Cómo olvidar nuestras primeras mascotas? Como la Shura, el Muñeco o Paco, el desplumado loro, quien pasó hambre muchas veces, porque nosotros por dedicarnos a jugar nos olvidábamos de darle de comer.

Osmar E. Maldonado