Es verdad que hay en “Llegaron del mar” una vocación de lenguaje que no se da en otras obras de Monteforte. Y también está la indiscutible curiosidad por el tema de lo prehispánico —los hábitos, las costumbres— que desemboca en una sola sinceridad intelectual: el poder de aplastar no es algo que vino con los españoles, ya estaba allí, circularmente, exudando su voraz decadencia. Decadencia, pero también esperanza, y la próspera apertura hacia el mito y la gloriosa expresión de lo humano. Maurice Echeverría