Este libro no es un tratado sobre la fotografía como arte, ni mucho menos una historia sobre el tema. Como en muchos de sus trabajos, Barthes rehúye los senderos más trillados y se lanza a una especie de desciframiento del signo expresivo, del objeto artístico, de la «obra» entendida como mecanismo productor de sentido. En este caso toma como punto de partida unas cuantas fotografías, con el fin de descubrir «una ciencia nueva para cada objeto» y, a partir de ahí, deducir «el universal sin el cual no existiría la fotografía», esa «alucinación» que provoca falsedad en el ámbito de la percepción y verdad en el del tiempo. El final de esta excursión al otro lado del espejo no solo proporciona un conocimiento más profundo (e inesperado) del objeto estudiado, sino que también desvela los mecanismos de la escritura ensayística enfrentada a otra escritura, la de la imagen fija.