Escribí estos breves relatos con el fin de, si no consolar, acompañar a quien se vea en la penosa y natural disposición de compartir, como yo, una melancolía constante. En momentos de desasosiego, pocas cosas suelen evitar que caigamos aún más en el hoyo de la desesperanza y desilusión que traen consigo distintas experiencias en nuestra vida. De la misma forma, espero transmitir al lector ese calor y acogimiento que puede brindar un compañerismo día crónico, pues con certeza no podré conocer a la mayoría, pero queda en sus haberes el saber que no están solos en la agonía del dolor y el sufrimiento, sea físico, sea emocional o incluso espiritual. Los tiempos nos separan, pero el sentimiento plasmado en estas páginas nos une.