Ya adentrados en el tercer milenio, viene Zoila Santa Cruz Fortín de Moll, como aquel cargador ancestral, jadeando y pidiéndonos que le ayudemos a cargar un poco más aún y a dejar en su puesto el pesado fardo. Esa carga de orgullo y de dolor que ha llevado por 87 años, ¿Por qué hasta ahora? se pregunta ella. Y explica: porque lo que duele se lleva con pudor, con avaricia, casi como un tesoro o como la llaga que no se muestra, para que no sea curada. “Patética comparación la mía”, dice la autora. Mejor dijera yo, que su grito, la entrega del libro, es como el quejarse de una gigantesca ola generada en un lejanísimo
océano de angustia y fiero dolor antiguo, que viene a morir a nuestros litorales.
Si cabe.
Su libro se los deja afectuosamente, y exclama desde el fondo de su alma:¡“Te amo abuelo”!
Ella manifiesta: “Pero, cristianamente, hago del conocimiento de todos que desde hace muchos años hubo perdón para las personas que actuaron mal en esta historia que resumo, para que los descendientes de ellos se dediquen a orar por sus almas y las nuestras y para que no se sientan señalados”.
Dra. María Eugenia Moll Santa Cruz