El poder ha estado durante siglos en manos de los hombres. Las mujeres, relegadas a la esfera privada, no tuvieron posibilidad de ejercer cargos públicos, mucho menos de gobernar o reinar sobre todo un país, Estado o imperio.
El nacimiento de princesas reales y la ausencia de herederos varones hizo que muchas monarquías se vieran obligadas a aceptar que fuera una mujer quien se sentara en el trono. No siempre las dejaron; algunas tuvieron que hacerlo por la fuerza, mientras que otras pagaron muy cara su osadía. Las mujeres llegaron a mover los hilos del poder como reinas propietarias, regentes, gobernadoras. También las aristócratas y amantes cercanas a los poderosos supieron ser algo más que meros objetos de entretenimiento.
En esta obra haremos un viaje por lo más alto del poder y descubriremos cómo las mujeres dirigieron el destino de sus pueblos. Mujeres que asumieron su papel enfrentándose a la misoginia y el rechazo.