Este escrito, que no llega siquiera a las ciento cincuenta páginas, de tono alegre y fatal, un demonio que ríe —obra de tan pocos días que vaciló en decir el número— es la excepción en absoluto entre libros : no hay más sustancioso, más independiente, más demoledor, más malvado. Si alguien quiere formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí, todo se hallaba cabeza abajo, empiece por este escrito. Lo que en el título se denomina ídolo es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad. El ocaso de los ídolos, dicho claramente : la vieja verdad se acerca a su final.» Así escribió Nietzsche sobre este libro en Ecce Homo (alianza Editorial, 1971). Friedrich Nietzsche escribió El ocaso de los ídolos (también conocido como Crepúsculo de los ídolos) o Cómo se filosofa con el martillo al comienzo del otoño de 1888, en la época que él considera la más fecunda de su vida. Tres meses después, en diciembre, le sobrevino la parálisis que traería como consecuencia un estado de incapacidad mental del que no habría de reponerse. Después de la lectura de este libro, nadie permanecerá indiferente. Algunos se irritarán y recordarán la leyenda negra : «Nietzsche», el precursor del nazismo» ; otros se indignarán porque «actuar y pensar de acuerdo a lo que “sabemos”, es decir, actuar de acuerdo al instinto a pesar y en contra del proceso de alienación que la sociedad —cualquiera— opera sobre nosotros» es difícil ; otros quedarán perplejos. Es una lectura perturbadora en cuanto sugiere pensamientos y actitudes que rompen radicalmente con las normas establecidas.