En realidad no es mi propósito escribir una autobiografía en el sentido cabal de la palabra. Simplemente quiero relatar la historia de mis numerosos experimentos con la verdad, y como mi vida consiste en esas experiencias únicamente, resulta que tal narración tomará la forma de una autobiografía.
Esta verdad no implica solamente veracidad de palabra, sino también de pensamiento, y no solo la verdad relativa de nuestra concepción, sino la Verdad Absoluta, el Principio Eterno, es decir, Dios.
Lejos de mi ánimo está haber conseguido el menor grado de perfección en esos experimentos. No pretendo más que lo que el hombre de ciencia que, aun cuando realiza sus experimentos con la máxima precisión, minuciosidad y previsión, jamás proclama haber alcanzado conclusiones definitivas, sino que las contampla con la mente alerta y el espíritu crítico.