Henry Miller fue un lector voraz y autodidacta. Pensaba, siguiendo a Emerson, que la literatura del futuro sería autobiográfica. Trópico de Cáncer inicia con su publicación en 1934 la explosión literaria y editorial de Miller. A pesar de que dio lugar a que
se celebraran más de sesenta juicios a propósito de su legalización, no fue escrito para escandalizar a los “burgueses bien pensantes”; su cuidada elaboración prueba la aspiración literaria de su autor, que logró
hacer de ella un emblema de la desolada condición del artista en aquellos tiempos.