Había una vez una niña tan holgazana que no quería hilar. Un día, su madre logró que la reina se la llevara a su palacio para hilar. Y era tanto el trabajo que tenía por delante, que la muchacha se desesperó. Entonces, tres hilanderas muy especiales le ofrecieron ayudarla a cambio de un favor muy sencillo. Y, gracias a ello, la niña nunca más volvió a hilar y además se casó con el príncipe.