¿Cómo sería nuestro mundo si no dispusiéramos de los miles y miles de artilugios alimentados por corriente eléctrica, generada en lugares que ignoramos, al igual que desconocemos los procedimientos mediante los cuales es transportada? Se trata de una pregunta que nos inquieta solo de pensarla, tan profundamente dependen nuestras vidas y sociedades del mundo científico-tecnológico de la electricidad. Entre los grandes protagonistas de ese mundo, destaca un serbio que, después de estudiar ingeniería en Graz (Austria), emigró en 1884 a América, instalándose en Nueva York; un serbio de imaginación y habilidades descomunales, un excéntrico sin miedo a lo desconocido, que gozaba montando espectáculos para promover sus inventos: Nikola Tesla (1856-1943). Es difícil apreciar cuánto debemos a sus inventos: sus ideas y patentes fueron decisivas en la configuración de las bases sobre las que finalmente se sustentaron los sistemas modernos de producción y distribución de electricidad por corriente alterna (frente a los sistemas de corriente continua que defendía su amigo y luego competidor Thomas A. Edison). Utilizando la correspondencia de Tesla, registros de negocios, testimonios legales, publicaciones y aparatos que perviven, el distinguido historiador de la tecnología, Bernard Carlson, ha sido capaz de reconstruir la vida y las aportaciones de aquel visionario inventor. A diferencia de otras biografías, en las que lo hagiográfico domina a la exposición informada, esta sitúa a Tesla cuya personalidad y avatares personales no quedan, en absoluto, al margen en su contexto apropiado: el de la sociedad estadounidense de finales del siglo XIX y comienzos del XX, sumergida en un proceso de cambio acelerado provocado sobre todo por el desarrollo tecnológico.