El relato se basa en una historia real, la que le aconteció al marinero escocés Alexander Selkirk, que fue capaz de sobrevivir durante cinco años en una isla del archipiélago de Juan Fernández, en el Pacífico, tras sufrir su barco un naufragio. Defoe transformó el argumento, el tiempo se fue alargando y el héroe del relato se convirtió en inquilino de un pedazo de tierra en mitad del mar durante 28 años. Defoe incluyó a Viernes, el indígena que Crusoe encuentra en ese día de la semana y que serviría de contrapunto al solitario náufrago. Lo que al principio es una relación entre señor y lacayo se transformará en una leal amistad entre dos hombres, una vez superados el miedo a la igualdad y los prejuicios más ridículos, algo, por otra parte, impensable en aquella época. El autor escribió esta novela cuando tenía ya cerca de 60 años y, aún así, es una de las primeras que publicó. Desde el efectismo, la sencillez y la concreción, Robinson Crusoe es el emblema de un triunfo, no tanto del Hombre contra las fuerzas de la Naturaleza, sino más bien del Hombre contra sí mismo, cuando lo superfluo ha desaparecido y queda lo esencial. Un clásico de aventuras en el que se mezclan el humor y la tragedia, el desencanto y la esperanza... Pero, sobre todo, un libro que ensalza la Libertad, el encanto de ser el único dueño de un destino incierto
