La curiosidad es el meollo de las novelas de misterio y suspenso. Es también esencial en otras formas de arte, como la pintura, la escultura o la música y constituye el principal impulsor de la investigación científica básica. Aunque todavía no hay un consenso científico definitivo sobre por qué los seres humanos somos tan curiosos o acerca de los mecanismos cerebrales responsables de la curiosidad, mediante el uso de imágenes de resonancia magnética, los neurocientíficos han descubierto que las regiones cerebrales especializadas en aprendizaje, recompensa y memoria están activas cuando los individuos son curiosos.