El Riachuelo se asocia inmediatamente con un paisaje urbano altamente contaminado, un territorio de asentamientos para la población más pobre y desprotegida de la ciudad y décadas de inacción de los Estados. Sin embargo, los problemas sociales vinculados a la contaminación permanecieron invisibles hasta 2006, cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación declara su competencia en una causa relacionada con la contaminación y coloca la recomposición ambiental del Riachuelo como tema central de la política de Estado para garantizar el orden público ambiental.
Gabriela Merlinsky reconstruye la larga historia de invisibilización y la más reciente de manifestación pública de los reclamos ambientales para examinar la conformación de un proceso de movilización política en torno a la recomposición ambiental del Riachuelo. Así, el "conflicto Riachuelo" representa un punto de inflexión para la problemática ambiental, ya que ha sido capaz de producir transformaciones sociales, jurídicas, institucionales y territoriales en el ámbito público en el que se construyen y redefinen tales problemas.
En este ensayo lúcido e innovador, Merlinsky pone al descubierto una forma de desigualdad que suele pasar desapercibida: la injusticia ambiental; es decir, la concentración desproporcionada de peligros ambientales en los territorios de mayor relegación social y sobre los ciudadanos con menor poder político y económico. En tal sentido, sostiene: "El conflicto del Riachuelo representa una oportunidad para repensar los procesos de diferenciación y segregación que orientaron históricamente el desarrollo de la ciudad. Y también, si prolongamos el ejercicio de imaginación institucional, permite abrir un debate sobre escenarios futuros con respecto a qué ciudad queremos y con qué criterios de justicia se definirán las decisiones de políticas públicas".