En un pueblo de África vivía una mujer que, aunque le gustaban mucho los libros, no sabía leer. Ella sabía que los libros tenían valor y por eso los guardaba en su casa y ayudaba a conseguir algunos libros a los niños del pueblo que no tenían. Pero un día descubrió que los libros enseñan tanto como las palabras de los sabios y quiso aprender a leer. La posibilidad de asistir a una escuela de adultos le descubrió un nuevo mundo. Las coloristas ilustraciones recogen muy bien el ambiente de un poblado africano: la luz, la viveza de los vestidos y la expresión de los rostros. Un libro para valorar las grandes posibilidades que nos brinda la escuela.