«Modesta parece tener dificultad para fijar su atención en los objetos del mundo, pero por donde quiera que camina lleva toda la luz del manicomio sobre la cabeza. Una corona.» Tiene frente a su cámara fotográfica a la interna del manicomio Modesta Burgos, una mujer que le parece familiar. Sobre el banquillo de los locos, ella posa con sorpresiva altivez. Joaquín Buitrago no demora mucho en recordarla, es una de las mujer es del burdel La Modernidad a la que había retratado años antes. Ahora, desposeída de todo, aún conserva el imán que lo atrae. Obsesionado por su historia, busca hacerse de su expediente médico, «debe haber algo más en el silencio de su vida», se dice el fotógrafo. Publicada en 1999, Nadie me verá llorar es una de las novelas más relevantes de la literatura hispanoamericana contemporánea, en la que ya brilla el talento de su autora para conjugar con maestría el archivo histórico, la narrativa y la imaginación. Aquí, la ganadora del premio Pulitzer 2024, Cristina Rivera Garza, recupera la experiencia de Modesta Burgos, una mujer que, a pesar de haber sido internada a la fuerza en el manicomio La Castañeda a inicios del siglo XX, en la ciudad de México, siempre conservó su furia crítica, una inconfundible voz propia y su libertad.