Este es un libro de testimonios, no un archivo documental, ni siquiera una biografía. Nohay rigor cronológico en el orden y hay muchos vacíos y baches. Platicar con unas doscientas personas durante casi mil horas me colocó al final en bastantes encrucijadas de elección. No me fue fácil. Y tal vez he sido parcial. Los nombres de los testigos -solo algunas veces camuflados -ahí están. Al tratar de reconstruir el retrato de óscar Romero -el más universal de los salvadoreños-, la verdad de todos estos testimonios me llegó muy cargada de amor o muy matizada ya por la dorada luz del icono y la leyenda. Cada uno me daba una o varias piezas para el retrato. Me tocaba a mí recrearlas. Tallarlas, sacarles brillo, acentuar los colores aquí o allá. Yo también quise poner mis propias cuotas de pluma y veneración.