En El aplazamiento, los personajes se multiplican, el ritmo narrativo se acelera, el contexto espacio-temporal se dilata, se perfecciona la técnica del montaje de imágenes; el juego caleidoscópico con diferentes modelos y registros de escritura, inaugurado con La náusea, alcanza su paroxismo. El hilo conductor de este volumen atraviesa la solidaridad de los destinos individuales con una imperceptible totalidad histórica que se dibuja entre los personajes, constituye su fundamento, los orienta, los impregna de un sentido.