"Cacho" y Lupita, dos colegiales de San Salvador, van adentrándose en la adolescencia. Tienen prisa por vivir y por embarcarse en una existencia de correrías y rupturas que, por el momento, está confinada a su imaginación. Un día se presenta la oportunidad de intentar un juego peligroso: retar al orden establecido con mensajes elaborados artesanalmente, y distribuidos en las horas libres por la ciudad. "Una organización como la nuestra", piensa Cacho, es perfecta: dos personas, una máquina de escribir, no se necesitan jefes. Las luchas de poder no existen. Ni siquiera es necesario tener un nombre o un himno. Estamos a finales de la década de los 60 y El Salvador es un coto cerrado de los militares. Las cosas marchan bien hasta que alguien comete un desliz: el carro de las osadías de Lupita y Cacho está a punto de estrellarse.