Aprender a leer, a escribir, a alfabetizarse es, antes que nada, aprender a leer el mundo, comprender su contexto y no apenas una manipulación mecánica de palabras, sino, sobre todo, una relación dinámica que une el lenguaje con la realidad.
Leer, por tanto, no es someterse a inútiles maratones de páginas recorridas y textos resbalados. Muchas de las lecturas académicas nada tienen que ver con lo que aquí se señala como importante.