LA FIESTA DE LOS ANIMALES

LA FIESTA DE LOS ANIMALES (Libro en papel)

Q. 65
IVA incluido
No disponible
Editorial:
ALAS Y PLUMAS EDICIONES
Materia
+ 9 Lectores autónomos
ISBN:
978-9929-40-539-4

¿Qué habrá quedado de aquel niño que fuimos, si es que ha quedado algo? ¿En qué pensarían Juan Ramón Jiménez, cuando escribió Platero y yo, o Antoine de Saint Exupery, cuando escribó El Principito? ¿Pensarían en sí mismos o en sus potenciales y futuros destinatarios? ¿Pensarían en el niño que ellos mismos fueron –y quizás lamentaban haber dejado de ser– o en el hombre que podrían llegar o no llegar a ser los niños a quienes se dirigían? Don Jorge García Murga titula este libro Fiesta de los animales y lo dedica “a los niños y a los adultos”, para que no se olviden de serlo. Él mismo se considera un “niño grande”. Después de
algunas lamentaciones sobre la situación que nos toca vivir, termina con una nota de optimismo.
“Pero todavía podemos cambiar el mundo”.
Don Jorge es un poeta-niño balbuciente: no acaba de encontrar la medida, la rima, el ritmo, la palabra... Pero ahí está, danzando entre los animales y los niños, donde al parecer se siente muy contento. La mayor parte de estas composiciones son breves poemas. Cuatro versos, ocho versos... En algún caso, es la fábula la que sale al escenario. Es fácil entonces evocar nombres como Esopo, Fedro, La Fontaine, Parrault, Iriarte , Samaniego, el mismo Monterroso. Los animales –de todos los pelajes, formas, colores y tamaños– son siempre los protagonistas. Los niños, los destinatarios. En la mayor parte de los casos, los animales salen a escena solos. En otros, en grupo, o en bandada, o en rebaño, o en parranda. Según. Todos tienen algo que decir y –de manera directa o indirecta– todos lo dicen. El resumen suele ser siempre un aviso, un consejo, una sugerencia, una lección moral. La consabida y sabia moraleja. Se trata de ser respetuosos, estar contentos, dar gracias, ser felices, no estropear el mundo más de lo que ya está; es decir: de enriquecerlo, embellecerlo y salvarlo. ¿Quién puede objetar algo contra esto?
Amable Sánchez Torres