«Él era el puente entre el pueblo y la montaña, pertenecía a los dos mundos.»
Tikú, el hijo del caporal de la plantación cafetera La Portuguesa, siente desde niño en su interior una fuerza desconocida y brutal que marca toda su vida. Es la voz de adentro, que a ratos asume como propia y cuyos mandatos de muerte y destrucción resultan imposibles de ignorar. La selva, que parece querer engullir todo lo que la rodea, marca un destino descivilizador para Tikú: tras abandonar primero La Portuguesa y luego su trabajo como maestro, lejos de los suyos y solo acompañado por un coyote y por los santos que protegen los cuatro rumbos de la montaña, se acerca cada vez más a la tribu ancestral y misteriosa que puebla las zonas más secretas de ese territorio agreste y hostil: los hijos del volcán.
Con una prosa precisa, deslumbrante y sensorial, Jordi Soler vuelve en esta novela a ese espacio tan personal de la selva veracruzana, y relata un mundo de aliento mítico, violento y lleno de supersticiones en el que no parecen regir otras normas que las que impone la naturaleza.