Hacer disidencia supone romper con muchos reflejos, hábitos y representaciones que siguen manteniendo patrones más inoperantes que nunca, debilitando así nuestras voluntades y abocándonos a la pasividad.
En este libro, Éric Sadin renueva las perspectivas de emancipación y elabora un registro de acciones concretas capaces de influir en el curso de nuestros propios destinos. Eso supone realizar una crítica de los discursos que defienden intereses privados, dejar de aceptar situaciones injustas y crear una gran cantidad de colectivos –en todos los ámbitos de la vida- que favorezcan la experimentación y la mejor expresión de cada uno.
Ha llegado el momento de dejar de confiar en terceros y comprometernos en una imperativa y saludable política de nosotros mismos.