Los escritos contra la opresión de género de Emma Goldman proponen una visión inédita y de gran actualidad del sexo como espacio de lucha de liberación. El feminismo de Emma Goldman se curtió en las luchas callejeras, en las prisiones y en los debates cotidianos, enfocando con perfecta claridad los objetivos políticos, culturales e ideológicos por los que estaba combatiendo. Una de sus afirmaciones más lúcidas es que no hay un solo feminismo, sino muchos, y no todos tienen el valor y el coraje para cambiar profundamente las estructuras de poder y dominación que habitan en los corazones, incluso de las mujeres. En sus vigorosas argumentaciones, todo el énfasis está puesto en la necesidad del encuentro entre hombres y mujeres, en la común humanidad, en el carácter artificial de las divisiones y en la aversión hacia toda forma de puritanismo.