El "Puente" de Kirchner y Pechstein; el "Jinete Azul" de Kandinski; la "Nueva Objetividad" de Grosz y Dix. Y además el sugestivo aislamiento de Nolde, los colores apasionados de Franz Marc y August Macke, el estilo refinado de Jawlensky, las búsquedas rítmicas de Feininger, el control de Paul Klee, la ácida eleganmcia de Max Beckmann. A principios del siglo XX, mientras Alemania y Europa se encaminan a la tragedia de la guerra mundial, con sus terribles consecuencias, el arte alemán vive la época del expresionismo, una fase creativa de formidable intensidad que de la pintura se extiende al teatro, el cine y la música, convirtiéndose en una de las raíces más profundas de la modernidad.