ESPAÑA/RESET

Hace 500 años un apesadumbrado Maquiavelo consiguió escribir lo que acabaría siendo uno de los más grandes libros de la historia de la teoría política, El príncipe. Era un pequeño tratado en el que se hablaba de los diferentes tipos de principados y de los atributos que deben acompañar a los hombres de Estado. Fue Gramsci quien más tarde señalaría que con la desaparición del absolutismo, eran los partidos políticos los nuevos “Príncipes”. Tal razonamiento, vigente durante los siglos XIX y XX, ha sucumbido ante el nuevo paradigma: el Príncipe del siglo XXI es ahora el ciudadano.

Y a ese nuevo Príncipe, los ciudadanos, es a quien dirigen su libro Subirats y Vallespín, en lo que podría ser el Maquiavelo del siglo XXI. Una obra valiente y lúcida, con una defensa decidida de la ciudadanía, la democracia y la participación política. Consejos para unos tiempos en que ni los Estados son lo que eran, ni las ideologías tradicionales nos sirven para orientarnos en un mundo radicalmente transformado. Tiempos en donde nos seguimos aferrando a los arquetipos, señal inequívoca de que el desconcierto y las emociones se están imponiendo. El resultado obvio es el populismo, la aparición de orates que hablan en nombre del “pueblo” y señalan al culpable de sus muchos males, la dialéctica del amo y el esclavo en clave del siglo XXI, una nueva vuelta de tuerca en la infantilización de la política. Por eso hacen faltan miradas lúcidas y valientes, que proporcionen consejos para este ciudadano del siglo XXI, porque al final somos nosotros quienes trazaremos la línea de lo intolerable.