MARCO ANTONIO VILLAMAR BARRERA
Encerrado en cuatro paredes de color verde, conectado veinticuatro horas, siete días seguidos al veneno transparente que podría salvar mi vida, aunque sentí que me mataba día a día, gota a gota. En la oscuridad absoluta que trae el aislamiento, sometido a estímulos dolorosos, emotivas palabras, transfusiones de vida... sentí morir antes de florecer.La vida nos obliga a tomar un lado de la cornisa antes del paso final. Una lucha contra la nueva normalidad en medio del terreno de juego, recorriéndolo de la mano de Dios.