1942. Cilka Klein tiene sólo dieciséis años cuando es trasladada a Auschwitz-Birkenau, donde enseguida llama la atención del comandante Schwarzhuber. Pronto aprenderá que el poder no deseado ayuda a seguir con vida. Pero tras la liberación es acusada por la brutal policía soviética de colaborar con los nazis y será duramente castigada por ello con una condena de quince años de trabajos forzados en el gulag de Vorkutá, en Siberia. Allí, Cilka se enfrentará a obstáculos nuevos y a otros que le son horriblemente familiares, haciendo del día a día una lucha por sobrevivir.