Relato de indudable trasfondo autobiográfico, EL JUGADOR (1866) refleja los dos grandes impulsos -el juego y la pasión amorosa- que dominaron la vida de F. M. Dostoyevski (18821 - 1881). En medio de una galería de personajes desarraigados y trashumantes, que deambulan por la ciudad-balneario de Wiesbaden (el "Rouletenbourg" de la ficción), la patética figura de Aleksei Ivanovich personifica el goce y la angustia del tipo humano que acaba por canalizar toda su capacidad de protesta en la pasión por el juego, vía de acceso, mediante el dolor y el envilecimeinto, a una libertad vorazmente deseada.