En 1868 Ambrose Bierce, hasta entonces soldado, linotipista, albañil y sereno, se estableció en San Francisco y comenzó a trabajar en una columna satírica en el News Letter. En sus escritos despedazaba todo lo habido y por haber, desde la religión, hasta la justicia, la política o el feminismo. No tardó en conseguir una legión de lectores que devoraban con asiduidad sus mordaces opiniones y que hicieron lo mismo con The Cynic's Work Book, publicado en 1906, que más tarde recibiría el título de El diccionario del diablo. Imposible resistir la tentación maléfica de adelantarle al lector una de la definiciones que encontrará en el interior del libro, la más pertinente, creemos, para ocupar este lugar: diccionario, s. Malévolo artefacto literario para restringir el crecimiento de un idioma volviéndolo envarado e inflexible. Sin embargo, el presente diccionario es una de las obras más útiles que su autor, el doctor Juan Satán, ha creado jamás. Está pensado para que sea un compendio de todo lo conocido hasta el día de su conclusión y sirve para manejar un destornillador, reparar un vagón rojo o solicitar un divorcio. Es un buen sustituto del sarampión y hará que las ratas salgan de sus agujeros para morir. Es un disparo letal para los gusanos y hace llorar a los niños.